Regreso a Casa: La amenaza del Tiempo

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Ashazaar continuó su marcha. Avanzó con tranquilidad mientras limpiaba, con un pensamiento rápido, la sangre que manchaba su espada. Tras de sí quedaban los restos de tres elfos drow que se habían lanzado contra él intentando reducirlo. Sin lograrlo, por supuesto. Al igual que los dos últimos grupos, solo los guerreros drow, azuzados por los hechiceros que los acompañaban, habían osado lanzarse contra él. Si bien los magos habían intentado dañarlo por medio de descargas de fuego mágicas, no habían logrado más que ennegrecer levemente su túnica antes de que se vieran obligados a huir.

-El entrenamiento que reciben estos drow deja mucho que desear -comentó para sí mismo-. Debo comentarlo al Consejo Atlante cuando regrese a Txultab-tah-naeb.

Entonces fue cuando un destello multicolor en la lejanía iluminó la hasta ahora impenetrable oscuridad de la caverna. El atlante se vio obligado a desviar la mirada un instante debido al repentino cambio de luz, pero cuando volvió a echar un vistazo pudo distinguir tres figuras alzándose por el aire inmóvil de la caverna.

-Parece que han encontrado un par de Caballeros del Dragón -reflexionó en voz alta-. Creo que la distracción ha sido suficiente.

El siguiente objetivo era Veliz’xar. Su traición hacia el orden atlante no podía quedar impune.

Con un pensamiento, sus alas de plumas blancas volvieron a aparecer en su espalda. El atlante dió un par de zancadas y con un grácil salto se elevó en dirección a sus compañeros mientras huían del campamento drow. Entonces se dio cuenta de que su vuelo era errático. Dos de los tres humanos comenzaron a descender de nuevo hacia el enemigo mientras el tercero, sin duda Taryc, reducía su velocidad. No tardó en descender también, siguiendo a sus compañeros.

Ashazaar se elevó un poco más para disponer de una visión general del campamento mientras continuaba acercándose. Ya en el suelo, rodeados por media docena de guerreros drow, los tres Caballeros del Dragón y su nueva compañera semielfa habían formado un círculo defensivo mientras blandían sus armas. 

Iridal comenzaba a formular las palabras de un conjuro mientras Idan daba un paso al frente para detener el avance de una pareja de guerreros enemigos. Cerca de ellos, iluminado por la intensa luz que despedían los dragoon, Ashazaar reconoció a otro drow con túnica oscura que, sosteniendo una larga vara de piedra, se encontraba en mitad de un ritual mágico. Ahí estaba Veliz’xar.

El atlante se preparó para el descenso, su espadón de cristal psiónico cargado y presto, pero se detuvo antes de iniciarlo. La luminosa luz multicolor que despedían sus compañeros se transformaba en tonos marrones pastel. Los ángulos de las tiendas de los drow oscilaron con suavidad. Varios perros de tíndalo aparecieron de entre las sombras del campo de batalla.

-¡Maldita sea! ¡Taryc! -gritó Ashazaar, que se lanzó hacia el grupo de compañeros.

Una inmensa figura surgió de entre los pliegues de la tienda más grande del campamento. De casi tres metros de altura, estaba cubierta de pies a cabeza por una pesada armadura metálica. Ello no le impedía moverse con una agilidad y un silencio perturbadores. Se dirigió con pasos lentos pero inexorables hacia los tres Caballeros del Dragón. Al cruzarse con uno de los guerreros drow que se interponían en su camino, la criatura armada hizo descender una pesada espada maciza con una facilidad y sencillez inquietantes, atravesando al elfo y seccionándolo en dos pedazos. Sin que esto le hubiese supuesto molestia alguna, continuó avanzando paso a paso hacia los humanos y la semielfa.


Este relato forma parte del Arco Argumental «Regreso a Casa», del Capítulo V de Vilia: Avatares del Renacer. Puedes encontrar todos los relatos relacionados con este arco a continuación:

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Autor: Ricardo García
Imagen: Stable Difussion with several models
Inspiración: Grupo 1 del Capítulo V de Vilia: Avatares del Destino

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