Regreso a Casa: de camino al campamento drow

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Laguna en la infraoscuridad
Laguna en el Submundo – Fotografía tomada por María Fernández-Espada Pastor

Los cuatro aventureros llevaban caminando varias horas a través de numerosas cavernas y corredores estrechos. El avance era lento y peligroso, tan solo aliviado en ciertos tramos por zonas de piedra plana delimitadas por estalagmitas de diversos tamaños.

Xera’nel se acercó a una de ellas y acarició su base. En la completa oscuridad que los miembros del grupo tan solo podía penetrar gracias a sus capacidades mágicas y psiónicas, un leve fulgor púrpura parpadeó levemente al límite de su visión.

-Vamos por el buen camino -comentó la drow antes de continuar adelante.

Unos metros más allá los compañeros pudieron vislumbrar como una nueva runa se iluminaba tenuemente, solo visible una vez que el alcance de su visión en la oscuridad la alcanzó.

Lidris siguió a sus compañeros mientras comenzaban a ascender a lo largo de una loma aserrada que parecía no haber sido transitada nunca. El silencio perpetuo, casi tan sofocante como la oscuridad, los envolvía. Solo el golpear de alguna gota de agua casual contra la roca húmeda lograba romperlo.

-Esperad -murmuró la semielfa-. ¿Oís eso?

El grupo se detuvo, tenso y con sus manos sobre sus armas.

-Parece agua corriente -aportó Taryc.

-Pobres cachorros asustadizos -rió Xera’nel-. Cualquier cosa desconocida os parece una amenaza. No deberíais temer tanto la oscuridad.

La drow avanzó unos pasos alejándose del camino y, agachando la cabeza, atravesó un pequeño tunel. Tras dedicarse mutuamente una mirada exasperada, ambas mujeres la siguieron hasta una pequeña bóveda que se alzaba sobre un lago de aguas cristalinas. El rumor del agua reverberaba contra la roca húmeda, entre cuyas aristas descendía una tumultuosa corriente saltando de piedra en piedra hasta llegar a unirse a las mansas aguas.

-Es precioso -murmuró Lidris, que tuvo que repetir la frase al darse cuenta de que el murmullo del agua ahogaba ahora sus palabras.

-Debe haber algún sitio por donde se filtre el agua y que evite que se desborde -comentó Taryc, observando los alrededores.

-Estas corrientes de agua descienden hasta el centro del mundo -aportó Xera’nel con orgullo-. No lo hacen siempre: dependen de la lluvia y del cauce los ríos de la superficie. En ocasiones estos lagos se secan y no hallaréis una sola gota durante días. ¡Así que aprovechad! Bebed si tenéis sed. El agua está limpia.

>>Pero no os demoréis. Debemos continuar el viaje.

Acto seguido, la drow se marchó por donde habían venido.


Los compañeros atravesaron una estrecha caverna y se detuvieron ante una cornisa que se abría sobre una enorme explanada rocosa. Un camino estrecho e irregular descendía entre numerosos bloques y columnas de piedra que se cernían sobre el abismo de la pronunciada loma. El descenso prometía ser accidentado y lento, obligando a los viajeros a abrazar las duras estructuras naturales para evitar precipitarse al vacío.

-Ésta es la caverna, mi señor -dijo Xera’nel en un susurro-. El puesto avanzado se encuentra a unas tres millas hacia el centro de la caverna una vez que descendamos.

-Será mejor que paremos un momento para descansar antes de continuar -propuso Lidris, acusando el largo día de viaje.

-Creo que es buena idea -coincidió Taryc, interrumpiendo a la mujer drow antes de que los increpara-. Descansados tenemos más probabilidades de éxito.

Ashazaar asintió:

-Estoy de acuerdo. Apartémonos un poco para evitar que nos vea una patrulla o un explorador.

El grupo se alejó unos metros del tenue sendero que habían estado siguiendo hasta allí. Decidieron detenerse entre unas formaciones rocosas con varias aristas alargadas y planas a poca altura. Los improvisados asientos eran duros e incómodos, pero fueron recibidos sin queja alguna. Lidris atacó sin piedad los encurtidos de su faltriquera sin olvidar ofrecer algunas muestras a sus compañeros.

-Debo admitir que la forma que habéis tenido de marcar el sendero es muy astuta. Las marcas apenas pueden distinguirse en la oscuridad a menos que sepas exactamente dónde mirar -comentó Lidris tras unos minutos de silenciosa mascada.

-Por supuesto -contestó la drow-. Nuestros exploradores son los mejores del Submundo. Generaciones de elfos drow han aprendido todos los secretos que albergan las galerías que se extienden por debajo de la superficie. Y todos sus horrores. La oscuridad no es una limitación para mi gente.

-Pues yo daría lo que fuera por volver a ver la luz del sol y sentir el aire fresco en mi piel. Es cierto que se puede encontrar algo de belleza aquí abajo, pero el aire siempre huele a humedad y moho.

La luz es una debilidad, mestiza. No nace de los seres vivos sino que nos baña con una radiación impía, malsana. Ese condicionamiento al mundo de la superficie es vuestra condena y la razón por la que un día sucumbiréis a las fuerzas de la verdadera Oscuridad. Tenéis suerte de que Yulus os considere dignos de su misericordia y desee guiaros por sus tenebrosos caminos.

El resto de los presentes se miraron entre sí sin saber qué responder. Xera’nel no se molestó en esperar una reacción y se alejó unos pasos del resto del grupo para entonar una plegaria a la Diosa de la Noche.

-¿Habla en serio? -preguntó Lidris, sus ojos abiertos de par en par.

-Me temo que sí -contestó Taryc encogiéndose de hombros-. No sé de dónde saca esas ideas exactamente, pero estoy segura de que las cree sin dudar. Que la Diosa a la que adora sea en realidad una atlante no parece importarle demasiado.

Los mensch en Gaia han sido criados para adorar estas filosofías -intercedió Ashazaar, sus brazos cruzados sobre el pecho mientras miraba a las dos mujeres con dureza-. Cada religión refleja la propia cultura de la que procede cada mensch, adaptada a las necesidades de su comunidad y al orden establecido por los atlantes. Muchos de ellos adoran a Yulus en representaciones muy diversas: la Oscuridad, los Misterios o la Paz de la noche, entre otros.

-Hablas de esos “mensch” como si fueran caballos que hubiérais entrenado -le increpó Lidris.

-En absoluto. Este orden está diseñado con el objetivo de mantener la estabilidad y el bienestar de cada una de estas sociedades y de sus individuos, así como su pluralidad. El propio Thrain y su Consejo lo han establecido así desde hace siglos. Aunque no descarto que pueda mejorarse.

Lidris se quedó mirando al atlante sin saber qué decir. 

-¿Habla en serio? -lanzó de nuevo la pregunta, esta vez en dirección a Taryc, que suspiró.

-Tenemos algunas diferencias en relación a estos temas. Diferencias importantes.

-No puedo esperar que compartáis la visión de los atlantes en este aspecto -añadió Ashazaar-. No todas las mentes están preparadas para entenderla.

-¡De acuerdo! Creo que ya he descansado suficiente -dijo Lidris de repente, incorporándose-. ¿Cuál es el plan?


Pocos miembros de las «razas menores», según las denominan los propios atlantes, tienen la oportunidad de conversar con ellos acerca de su lugar en el mundo. Ningún atlante, en su visión de seres superiores, se rebajaría a entretener ideas sobre organización y orden social con un humano por considerarlo una completa pérdida de tiempo.

Estas ideas de orden social suelen tener un cariz pragmático: cada especie y cada cultura posee ciertas características que las hacen más útiles que los demás y que son las que deben ser cultivadas y aprovechadas para el beneficio del resto de grupos.

Desde este punto de vista, los atlantes consideran que es su avanzado intelecto y su enorme poder los que los capacita como directores y líderes de este constructo social que, además, consideran benévolo y necesario. La idea de que la libertad o el deseo de un individuo se pueda anteponer al bienestar perfectamente definido del conjunto de la sociedad es la principal amenaza que los propios atlantes intentan controlar y, si es necesario, erradicar.

No es que los atlantes no crean en la libertad: más bien consideran que cualquier criatura que no entienda y desee seguir libremente sus designios está tristemente equivocada.

Este relato forma parte del Arco Argumental «Regreso a Casa», del Capítulo V de Vilia: Avatares del Renacer. Puedes encontrar todos los relatos relacionados con este arco a continuación:

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Un agradecimientos especial a María Fernandez-Espada por animar con su visión única del mundo, capturada a través de la fotografía, la creatividad de un humilde hilador de historias.


Autor: Ricardo García
Fotografía: María Fernández-Espada Pastor
Resto de Imágenes: Stable Difussion with several models
Inspiración: Grupo 1 del Capítulo V de Vilia: Avatares del Destino

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Un comentario

  1. Muy bueno el relato y fantástica la fotografía. Adelante, a por más aventuras!

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