Introducción a Vilia

Comparte esta historia:Share on FacebookShare on Google+Tweet about this on TwitterShare on LinkedInShare on RedditEmail this to someonePrint this page

«Siéntate, joven, y haz un poco de compañía a este anciano.

«Sé que me buscabas. Muchos lo hacen. No eres el primero, ni serás el último. Y ahora que me tienes delante, ¿qué vas a hacer?

«¡Ah! Reconozco esa mirada. Es inconfundible. Buscas respuestas, ¿no es así? Bien, bien… Entonces empiezas con buen pie. El primer paso para encontrar la verdad es ser consciente de que, posiblemente, no la conozcas.

«No te mentiré: no puedo decirte que mis palabras encierran esa verdad que ansías. Más allá de lo que han visto estos viejos ojos puede ocultarse aún cualquier cosa. ¡Y no han visto poco, estos ojos! No señor. Pero como bien decía el bardo: ‘afortunado sería aquél que cambiase todo lo que sabe por la mitad de lo que desconoce’…

«Veo que que te corroe la impaciencia, ¿no es así? Lo entiendo, lo entiendo perfectamente. Yo también fui como tú, hace ya muchos años. Un aventurero en busca de gloria, de riquezas. Deseaba que mi nombre figurara en la historia. Y logré todo eso, y muchas cosas más… Como tristeza. Dolor. Pérdida… A veces me pregunto si mereció la pena. Y aunque yo tengo mi propia respuesta, tú aún tienes que descubrirla. Y puede ser muy distinta, amigo mío… Solo aquél que se arriesga a sufrir y a perder, descubre tiene la oportunidad de darle valor y sentido a su vida.

«Pero me pierdo entre desvaríos. Vayamos, pues, a lo que nos interesa…

Tavern - by anotherwanderer

Tavern – by anotherwanderer

«¿Qué es Vilia? Debo reconocer que no es una palabra que escuche muy a menudo… y desde luego no es algo que sea sencillo definir.

«Veamos… Vilia no es algo concreto. Más bien lo es… todo.

«Sí, sé que suena extraño, pero es lo más cerca de la realidad que soy capaz de expresar con palabras. Vilia es una palabra antigua, Ya casi olvidada. Su significado es aún más desconocido si cabe. Solo sé que se utiliza para referirse a la existencia, a la vida y a lo que hay más allá. Al todo. ¿Que cómo sé yo eso? Bueno, lo escuché de boca de un adivino, hace ya muchos años. Sus palabras, de hecho, fueron las mismas que te he dicho yo a ti.

«Estoy seguro de que hay más. Siempre lo hay cuando se trata del pasado. ¿Quién sabe? Quizás tú llegues a ser quien me explique lo que es Vilia la próxima vez que nos veamos.

«Pero imagino no eres un filósofo, lo cuál es una pena. Estoy seguro de que un tema como éste llamaría mucho la atención en más de un círculo de historiadores de Escisión, y a mí personalmente me apasiona.

«Así que adelante, concretemos aún más.

«Este mundo es enorme. Dudo que esto te sorprenda, estoy seguro de que ya has visto buena parte de él aún a pesar de ser tan jóven.

«Sin embargo, abarca mucho más de lo que has podido llegar a ver hasta hoy, y es probable que nunca lo llegues a conocer del todo. Existen fronteras que impiden el acceso a determinadas regiones, tan antiguas e infranqueables como el tiempo. Eso no significa, por supuesto, que nadie haya intentado cruzarlas. La humanidad es por naturaleza inquieta, y siempre surgen aventureros dispuestos a embarcarse en cualquier misión arriesgada y no dejar ninguna ninguna piedra sin remover. Aún así, lo único que ha quedado de esos valerosos intentos a lo largo de la historia se limita a leyendas extravagantes e imaginativos cuentos. Justo el tipo de historias que suelen acabar en boca de trovadores excéntricos. Más aún: poco ha quedado escrito en papel de estas peripecias. Si hay algo más allá de estos límites, nadie lo sabe. Y si alguien llegó a averiguarlo alguna vez, no ha regresado para contarlo.

«La Terra Conocida. Así es como llamamos el pedazo de terreno en el que nos ha tocado vivir. Y no te confundas: es mucho más grande e interesante de lo que parece. Podríamos dividir esta tierra en cuatro partes bien diferenciadas: los reinos de Entanas y Westfallia, antiguos vecinos que han luchado en tres Grandes Guerras durante el transcurso de su historia; las Tierras Heladas de Nebin, un lugar inhóspito donde la tierra cultivada por hombres recios y duros va cediendo terreno poco a poco a la tundra; e Inkairu, un misterioso reino gobernado por gentes de costumbres aún más misteriosas, donde adoran a los espíritus y a exóticas versiones de nuestros Dioses, y donde las leyes que rigen sus vidas se enredan confusamente en protocolos complejos y excéntricos.

«Estas cuatro divisiones que hemos hecho nos impiden movernos más allá. Los cuatro reinos están delimitados por el océano. En Westfallia, además, la mayor parte de la costa oeste está formada por repentinos y profundos acantilados: formados, se dice, por la mano de los Dioses durante la Separación. Tan solo en la Península de Ibium, donde se halla Cartago, la única ciudad pesquera de Westfallia, se desarrolla el marinaje y la pesca de alta mar. Allí además se alzan los más hermosos templos de Marmain y Vation, señores de los mares, las aguas y la pesca.

«Inkairu está separado de los demás reinos por un frondoso bosque, tenebroso y oscuro, habitado por los espíritus de los orientales que deciden quién puede llegar a sus tierras y quién no. Muchas vidas se han perdido en este Bosque Oscuro, y sin embargo algunas compañías mercantiles, con pactos hechos con los Inkaurianos, lo atraviesan diariamente sin grandes contratiempos.

«Con respecto al sur, donde se halla Entanas, una enorme cadena montañosa nos impide explorar el resto de Terra: las Montañas Azules. Los clérigos te contarán que a la sombra de las cumbres nevadas vivieron durante siglos los Dioses antes de producirse la Separación. Lo cierto es que de vez en cuando pueden encontrarse ruinas que atestiguan su paso por el mundo, o eso proclaman algunas religiones que se han atrevido a mandar a sus acólitos hasta allí. Las Montañas Azules son inhóspitas y crueles, y los caminos acaban por desaparecer llegado cierto punto, fundiéndose con la roca desnuda y las escasos matorrales que logran sobrevivir en las zonas más bajas de las montañas. Más allá, tan solo los monjes Taoístas se atreven a adentrarse. Algunos hablan de la existencia de un enorme monasterio que impide el paso a cualquiera que pretenda cruzar las montañas, siguiendo los designios del Dios Helm.

«¿Y qué tiene en común toda la Terra Conocida? Pues no pocas cosas.

«La época de los castillos y los señores feudales parece estar llegando a su fin. El ejército profesional entánico, las mejoras en la producción agrícola, la investigación en ese campo que algunos se empeñan en llamar «ciencia»… El mundo ha progresado mucho desde hace tan solo un siglo, y su progreso ha venido de mano de la pólvora, los cañones y los arcabuces. Las armaduras de láminas de metal van dando paso poco a poco a la cota de malla trenzada y el cuero curtido, mucho más cómodo para el movimiento y para esquivar los balines de plomo. La ingeniería naval ha avanzado hasta el punto de que los barcos se atreven a echarse a la mar leguas y leguas lejos de la costa.

«Y al mismo tiempo, las leyendas, la tradición y la presencia de los Dioses se hace presente en nuestro día a día. Estoy seguro de que te habrás dado cuenta de que la mayoría de los entánicos son muy supersticiosos. No son los únicos, desde luego. No son pocos los que aseguran haber visto fantasmas perdiéndose entre la niebla que suele cubrir Media Esuarth, o que achacan a la magia cosas que ahora esa extraña ciencia consigue explicar cada vez con mayor facilidad.

«No quedan muy lejos los tiempos en los que se quemaban «brujas» en la hoguera: muchachas inocentes que se veían acusadas y condenadas a muerte debido a alguna excentricidad. Incluso los adivinos y los médiums que de vez en cuando se dejan ver por alguna feria no son más que charlatanes y estafadores, aunque acierten alguna que otra vez. Hazme caso: verás muchas maravillas por estas tierras, pero ninguna tendrá ni la más remota posibilidad de parecerse a la magia de la que has oido hablar cuando eras niño. Así que te conviene haber dejado ya de creer en las hadas y en los dragones.

«Sin embargo, sí que existen los Dioses, y harías bien en respetarlos y temerlos. Ellos nos han creado tal y como somos, y ellos nos guían pacientemente hacia nuestros destinos. Gracias a ellos los campos producen comida, y los enfermos sanan sus heridas. Gracias a ellos cuando morimos nuestras almas encuentran descanso. Los Dioses se hacen visibles a nuestros ojos a través de los numerosos sacerdotes que pueblan las ciudades. Algunos viven en lujosos templos adornados con estatuas de mármol y oro. Otros viajan incansablemente en busca de conocimiento y contemplación. Y aún otros los verás entre la gente común, arando la tierra como cualquiera de nosotros lo ha hecho en su juventud. Respétalos por lo que son, y no olvides que ellos transmiten la palabra de los Dioses; pero no te fíes de ellos a ciegas, pues los hay que traen esas palabras adaptadas a sus propios designios. Al fin y al cabo, el poder corrompe…

The roof of the world - foureyes

The roof of the world – foureyes

«Nuestro mundo es grande, mi joven amigo. Y lo mejor de todo es que aún no conocemos ni la mitad de su tamaño.

«¿Quién sabe? Quizás el destino te está esperando para que puedas descubrir sus más oscuros secretos y sus más impresionantes maravillas. Podrías salvar a alguna damisela en apuros de algun noble malvado y poco escrupuloso, de los que hay muchos… o quizás podrías aumentar la fé de algún condado remoto en algún Dios que pueda beneficiarles. Quizás llegues a salvar a algún que otro pueblo de grupos de bandidos, o explores antiguas ruinas de seres ya desaparecidos. Podrías inmiscuirte en la política local y ganar dinero a raudales con el comercio. Así conocerías a mucha gente interesante y dispuesta a secundar tus opiniones… o a clavarte una daga la próxima vez que les des la espalda. Podrías llegar a ser capitán de alguno de los ejércitos de la próxima guerra entre los Reinos. O incluso podrías aventurarte en la mar para explorar ese nuevo continente que, segun dicen ahora los rumores que vienen de Cartago, parecen haber encontrado recientemente. Quizás, solo quizás, podrías ampliar nuestros mapas, y ver aquello que nadie antes ha podido ver. Combatir algún antiguo mal, luchar junto a los héroes que pueblan Terra…

«Quizás, solo quizás, podrías llegar a convertir Vilia en un lugar mejor… o podrías salvarte a ti mismo de tus propias pesadillas. De ti mismo…

«Al fin y al cabo… ¿Quién sabe?»

Bergen Ungstar, aventurero retirado, animando al joven Bardomero, que llegaría a ser conocido más adelante como «el Bardo».
Nitre, 1498 después de la Separación.

————————-

Post Originalhttp://vilia.mforos.com/1820597/8852386-introduccion/

Credits: Todas las imágenes contienen enlaces a sus fuentes originales o a sus creadores.

Comparte esta historia:Share on FacebookShare on Google+Tweet about this on TwitterShare on LinkedInShare on RedditEmail this to someonePrint this page
Marcar como favorito enlace permanente.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *