-¿Cómo has hecho eso? -preguntó Lidris, sorprendida.
Pero la humana no le prestaba atención. Todavía a ciegas inspeccionaba la esfera de roca como si estuviese buscando alguna abertura. Entonces sus manos atravesaron la sólida cubierta y penetraron en su interior, moviéndose con dificultad como si lo estuviesen haciendo a través de arena o grava. Con un esfuerzo, estirándose en toda su longitud, la muchacha logró llegar hasta los hombros de la túnica del hombre preso y, agarrándola con fuerza, tiró hacia afuera.
El primer tirón logró mover ligeramente a aquél ser hacia los límites de su prisión esférica. El segundo logró hacer que sacara parte de sus hombros y su cabeza.
-Oh, por la Llama… -perjuró Lidris, que se apresuró a llegar al lado de la humana y a ayudarla a dejar a aquél hombre de aspecto hermoso, delicado y aguerrido sobre el suelo.
-¿Cómo has hecho eso? -preguntó de nuevo la semielfa, incrédula-. Acabas de sacar a una persona de la nada. ¿Estaba invisible? ¿Cómo has podido verla si ni siquiera puedes ver en la oscuridad?
La muchacha se encogió de hombros mientras atendía a su a todas luces conocido, palpando su cuello e intentando sentir su respiración con el dorso de la mano.
-No estoy segura -contestó una vez hubo terminado-. He podido sentir un impulso extraño que me atraía hacia aquí, como si estuviese siguiendo un camino invisible. A medida que nos acercábamos se ha vuelto más intenso hasta que lo he notado tan cerca que debía estar al alcance de la mano.
-¿Y qué es esa… cáscara, o prisión, o lo que sea? También estaba a tu alrededor cuando te encontré.
-Me temo que no lo sé. Vas a tener que creerme. Cuando regresábamos fuimos atacados por un ser muy poderoso… una de las personificaciones del Tiempo. Lo único que se me ocurre es que fuese ese ser el que nos ha encerrado en… esto, sea lo que sea -tras su explicación se volvió hacia el hombre que yacía todavía inconsciente en el frío suelo de la caverna y comenzó a agitarlo con suavidad-. ¡Eh! ¡Ashazaar! Despierta. Vamos, no es momento de echarse una siesta.
El aludido tosió antes de volverse y abrir los ojos. Inmerso en la oscuridad no pudo ver nada e inmediatamente se tensó. Comenzó a incorporarse mientras buscaba la empuñadura de su espada al cinto.
-¿Taryc? -dijo en común con voz clara e imponente-. No veo nada. ¿Dónde estamos?
-Debajo de tierra, probablemente en algún lugar al sur de las Montañas Azules. No pasa nada, estás a salvo.
Ashazaar se incorporó en silencio. Una vez de pie cerró los ojos, concentrándose. Al abrirlos de nuevo, estos dejaron escapar un fulgor tenue que penetró la oscuridad. Sus pupilas se habían agrandado hasta ocupar la mayor parte del globo ocular. Comenzó a inspeccionar los alrededores, aparentemente capaz ahora de ver en la oscuridad. Su imponente mirada se detuvo en Lidris, que lo observaba sin poder disimular su asombro.
-¿Quién es ella? -preguntó dedicándole un gesto de cabeza rápido mientras continuaba su inspección.
Aquello ya era demasiado para la mujer.
-Me llamo Lidris y soy capaz de presentarme yo misma -se adelantó la semielfa a la muchacha humana-. Lo que parece ser más de lo que podéis hacer vosotros. Primero encuentro a una chica humana que decide que inundar de luz un lugar plagado de monstruos que no han visto nunca el sol es buena idea. Luego decido sacarla del apuro en el que se ha metido ella sola, guiándola mientras intenta seguirme a ciegas. Ahora otro humano aparece de la nada y me trata como si fuese poco más que una sirvienta…
–Atlante -la interrumpió Ashazaar, sus inmensas pupilas fijas en ella con dureza-. Será mejor que lo recuerdes.
-Atlante pues -prosiguió Lidris, cada vez más molesta-. Eso empezaría a explicar la altivez.
-Tienes razón, Lidris -intervino entonces la humana-. Las circunstancias no nos han permitido siquiera presentarnos.
>>En primer lugar, gracias por encontrarme y traerme hasta aquí. No sé qué hubiese ocurrido si no hubieses sido tú la primera en aparecer.
>>Por otro lado, permíteme que te presente a Ashazaar. Es un atlante que nos ha acompañado a lo largo del viaje más extraño que hemos emprendido nunca: a través de otros planos de existencia en busca de la Llama de los Elfos. Tanto él como yo y casi una decena de compañeros más acabamos de regresar a Vilia y, con nosotros, esperamos haber traído la magia de vuelta a este mundo.
>>Y yo soy Taryc Radler. Soy la Dama del Dragón de Oro.
La especie atlante se considera la más antigua y poderosa de Vilia. Sus increíbles capacidades psíquicas unidas a su longevidad y sus ansias de conocimiento dan peso a esta afirmación.
Para quienes tratan con los atlantes, su actitud suele resultar desde imperiosa hasta, como mínimo, condescendiente. Sin embargo, muchos de ellos suelen lamentar la incomprensión del resto de criaturas de vidas más efímeras que no logran entender el peso de la responsabilidad que llevan sobre sus hombros.
Queda a los ojos de historiadores y sabios determinar si las acciones de los atlantes han traído prosperidad o desgracia a las «civilizaciones menores» a las que llaman «mensch».
Este relato forma parte del Arco Argumental «Regreso a Casa», del Capítulo V de Vilia: Avatares del Renacer. Puedes encontrar todos los relatos relacionados con este arco a continuación:
- La Llama de los Elfos
- Amenazas en la Oscuridad
- Una mujer envuelta en luz
- Regreso a Casa: Un faro en la oscuridad
- Regreso a Casa: Huida a ciegas
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Autor: Ricardo García
Imágenes: Dalle2
Inspiración: Grupo 1 del Capítulo V de Vilia: Avatares del Destino