Cuenta la leyenda que un espíritu de la naturaleza llamado Adalia, favorita de Sylvia, la diosa de la naturaleza, se enamoró perdidamente de un joven granjero humano. Eran los tiempos en los que los dioses aún caminaban entre nosotros y estaba prohibido que los humanos se relacionasen con los seres divinos, ya que ello era considerado antinatural. Por ello, Adalia no podía hacer otra cosa que observar a su amado desde el linde del bosque, siempre deseando poder acercarse más.
Meses pasó el espíritu en una vigilia constante, hasta que finalmente tomó una decisión. Durante la noche, mientras el granjero dormía, Adalia se aproximó hacia la colina a la que él solía llevar a pastar a sus ovejas, y elevó una plegaria a Sylvia, rogándole su bendición. La diosa, conmovida por la emoción que Adalia le transmitió, ungió a su favorita con una sóla de sus lágrimas, transformándola en un majestuoso roble.
A la mañana siguiente el granjero descubrió el árbol, y considerándolo una señal de la bendición de los dioses decidió encargarse personalmente de que tuviese los mejores cuidados.
Una tarde, después de acabar con sus quehaceres habituales, el granjero se encontró presa de un profundo sopor. Decidió aprovechar la sombra del árbol para echar una cabezadita. Y en sus sueños, por primera vez, Adalia y su granjero se encontraron por fin.
Se dice que el granjero quedó tan prendado por el espíritu que nunca quiso despertar. Y Sylvia, en honor a la que había sido su favorita, convirtió también al humano en un árbol tan magnífico como el que era Adalia para que pudiesen seguir juntos para siempre.
Y aún hoy, cientos, puede que miles de años después, se cuenta que ambos siguen juntos, sus raíces entrelazadas en un abrazo eterno. Y aquellos que duermen a sus pies parecen oír, llevadas por el viento, cómo se susurran palabras de amor.
Autor: David Russo
Que bonito 😀
Muchas gracias! Hay muchas más leyendas y mitos sobre los Dioses de Vilia. ¿Se te ocurre alguna que quisieras compartir?